domingo, 22 de enero de 2012

RAW. El creador de la guerrilla ontológica.


Robert Anton Wilson o como a él le gustaba que le llamasen, RAW, fue un novelista Estadounidense que recibió una educación católica ligada al miedo y el tabú. Posteriormente se graduó como ingeniero matemático en NYU y ocasionalmente se dedicó al oficio editorial, por ejemplo en la revista Playboy.


Raw es uno de los autores que más se ha especializado en el estudio de la realidad, no como concepto, sino como la percibimos, centrándose en su naturaleza cuántica años antes de que la física cuántica empezase a concebirse socialmente. Todo esto con una lucidez asombrosa y un humor muy inteligente.

Importante impulsor de la paradoja, fundamentaba sus obras en la idea de la no-ideología, las cuales plasmaban su honestidad personal, un total agnosticismo y un enorme grado de curioso escepticismo de carácter evolutivo. Una de las líneas más recurrentes de la obra de Raw son las teorías de la conspiración, encontraba en este tema un amplio terreno donde aplicar su posibilismo. En base a este tema encontramos la trilogía Illuminati como principal obra en relación a las teorías de la conspiración, escrita junto con Robert Shea, que trata humorísticamente sobre la paranoia estadounidense acerca de las conspiraciones de sociedades secretas.

“Las teorías de la conspiración me producen una cierta fascinación por que representan un gran campo de experimentación para la lógica no-aristotélica. La mayoría de las personas las aceptan o las rechazan por completo; yo trato de aplicar una lógica juguetona en su análisis. Es interesante observar las enormes posibilidades que emanan en cuanto a que varias de sus partes puedan ser o no ciertas.”

Raw sabía que su ideología y la manera de exponerla al público eran irremediablemente parte del sistema que él mismo criticaba. Por eso mismo constantemente se burlaba de sus propuestas, haciéndole homenaje a su agnosticismo (no solo religioso) de una manera muy elocuente y atractiva para aquellos que le seguíamos.

A mí me parece un personaje fundamental en este mundo de las conspiraciones, sobre todo por la pedagogía con la que se expresaba y explicaba las cosas, siendo temas nada fáciles de tratar.
De esta manera han sido muchas las generaciones de lectores inquietos que le han seguido en sus novelas y han podido entender y después sacar conclusiones propias acerca de un tema que la mayoría considera ridículo, pero Raw defendía con personalidad (es un figura). Gracias a su modelo de realidad es más sencillo comprender y tomar una actitud determinada frente a las teorías conspiranoicas, sin llegar al punto de los más extremistas que predican conspiraciones y te intentan convencer de ellas, pero tampoco siendo un ingenuo que piensa que aquello que no sale en televisión no ha ocurrido. Raw pretendía con sus novelas forzar al lector a ver la realidad a través de túneles distintos y no a través de uno solo.

De mano de Raw aprendimos la esencia probabilística del universo, es decir, que todo aquello que conocemos, imaginamos, o percibimos, está fundamentado en una red, dinámicamente entrelazada, de posibilidades y no de absolutos. Después de aprenderlo…lo entendimos. También se dedicó a difundir de un modo cómico “extravagancias de supervivencia”, es decir, buscarle soluciones absurdas a aquellos problemas que invocamos nosotros mismos y que no dejan de perseguirnos. Y como no podía ser de otra forma, nos mostró que lo escuchemos o no, el universo se está riendo permanentemente de nosotros y ante eso, lo mejor es pararnos y jugar con él.

Raw nombro a su ideología “agnosticismo trascendental”, porque trataba de manifestar que una vida sin verdades absolutas puede ser la mejor de las aventuras. Creando un verdadero sentido del asombro, lo único a lo que debemos atarnos en estos tiempos. Por esto mismo el autor invitaba a sus lectores a abandonar las certezas y jugar con las posibilidades del ser. Por ejemplo “Las conspiraciones son mentira” se cambiaría por “Las conspiraciones parecen mentira”. Esto se traduce en que hay que dudar, principalmente, del propio escepticismo.
Esto es sencillo, con un poco de práctica conseguiríamos modificar algunas muletillas que tenemos, disminuyendo las afirmaciones y aumentando las dubitaciones.
¡Ánimo, os invito a que lo probéis!

Wilson hablaba de las posibilidades, del quizá (maybe). “El cerebro de la humanidad ha sido lavado por Aristóteles por los últimos 2500 años. La creencia, inconsciente, no del todo articulada, de la mayoría de los occidentales es que existe un mapa que representa adecuadamente la realidad. Por pura buena suerte, todo occidental cree que tiene un mapa que encaja. La ontología de guerrilla, para mí, involucra estremecer esa certidumbre”.

Y al adoptar está filosofía “posibilista”, al convertirnos en guerrilleros ontológicos, comenzamos a deshacernos de las certezas psicoculturales que hemos mantenido toda la vida. Un ejemplo es el de creer que somos portadores de la verdad definitiva, o el aferrarnos a un sistema de creencias descalificando cualquier otro túnel de realidad que podría ser igual de cierto que el nuestro; o eliminar el esquema que tenemos concebido sobre el entendimiento de las cosas, en el que si una persona opina y tiene la razón sobre un tema el que opina distinto queda fuera de la verdad. Cuando lo más probable es que cualquier persona que participa en cualquier tipo de debate tiene una porción de verdad en lo que dice, dentro de su percepción de la realidad.

“Yo jamás he experimentado a otro ser humano. Solo he experimentado mis impresiones sobre ellos”.

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