Robert Anton Wilson o como a él le gustaba que le
llamasen, RAW, fue un novelista
Estadounidense que recibió una educación católica
ligada al miedo y el tabú. Posteriormente se graduó como ingeniero matemático
en NYU y ocasionalmente se dedicó al oficio editorial, por ejemplo en la
revista Playboy.
Raw es uno de los autores que más se ha especializado en
el estudio de la realidad, no como concepto, sino como la percibimos,
centrándose en su naturaleza cuántica años antes de que la física cuántica empezase
a concebirse socialmente. Todo esto con una lucidez asombrosa y un humor muy
inteligente.
Importante impulsor de la paradoja, fundamentaba sus
obras en la idea de la no-ideología, las cuales plasmaban su honestidad
personal, un total agnosticismo y un enorme grado de curioso escepticismo de
carácter evolutivo. Una de las líneas más recurrentes de la obra de Raw son las
teorías de la conspiración, encontraba en este tema un amplio terreno donde
aplicar su posibilismo. En base a este tema encontramos la trilogía Illuminati
como principal obra en relación a las teorías de la conspiración, escrita junto
con Robert Shea, que trata humorísticamente sobre la paranoia
estadounidense acerca de las conspiraciones de sociedades secretas.
“Las teorías de la conspiración me producen
una cierta fascinación por que representan un gran campo de experimentación
para la lógica no-aristotélica. La mayoría de las personas las aceptan o las
rechazan por completo; yo trato de aplicar una lógica juguetona en su análisis.
Es interesante observar las enormes posibilidades que emanan en cuanto a que
varias de sus partes puedan ser o no ciertas.”
Raw sabía que su ideología y la manera
de exponerla al público eran irremediablemente parte del sistema que él mismo
criticaba. Por eso mismo constantemente se burlaba de sus propuestas,
haciéndole homenaje a su agnosticismo (no solo religioso) de una manera muy
elocuente y atractiva para aquellos que le seguíamos.
A mí me parece un personaje fundamental en este mundo de
las conspiraciones, sobre todo por la pedagogía con la que se expresaba y
explicaba las cosas, siendo temas nada fáciles de tratar.
De esta manera han sido muchas las generaciones de
lectores inquietos que le han seguido en sus novelas y han podido entender y
después sacar conclusiones propias acerca de un tema que la mayoría considera
ridículo, pero Raw defendía con personalidad (es un figura). Gracias a su
modelo de realidad es más sencillo comprender y tomar una actitud determinada
frente a las teorías conspiranoicas, sin llegar al punto de los más extremistas
que predican conspiraciones y te intentan convencer de ellas, pero tampoco
siendo un ingenuo que piensa que aquello que no sale en televisión no ha
ocurrido. Raw pretendía con sus novelas forzar al lector a ver la realidad a
través de túneles distintos y no a través de uno solo.
De mano de Raw aprendimos la esencia probabilística del
universo, es decir, que todo aquello que conocemos, imaginamos, o percibimos,
está fundamentado en una red, dinámicamente entrelazada, de posibilidades y no
de absolutos. Después de aprenderlo…lo entendimos. También se dedicó a difundir
de un modo cómico “extravagancias de supervivencia”, es decir, buscarle
soluciones absurdas a aquellos problemas que invocamos nosotros mismos y que no
dejan de perseguirnos. Y como no podía ser de otra forma, nos mostró que lo
escuchemos o no, el universo se está riendo permanentemente de nosotros y ante
eso, lo mejor es pararnos y jugar con él.
Raw nombro a su ideología “agnosticismo trascendental”,
porque trataba de manifestar que una vida sin verdades absolutas puede ser la
mejor de las aventuras. Creando un verdadero sentido del asombro, lo único a lo
que debemos atarnos en estos tiempos. Por esto mismo el autor invitaba a sus
lectores a abandonar las certezas y jugar con las posibilidades del ser. Por
ejemplo “Las conspiraciones son mentira” se cambiaría por “Las conspiraciones
parecen mentira”. Esto se traduce en que hay que
dudar, principalmente, del propio escepticismo.
Esto es sencillo, con un poco de práctica conseguiríamos
modificar algunas muletillas que tenemos, disminuyendo las afirmaciones y
aumentando las dubitaciones.
¡Ánimo, os
invito a que lo probéis!
Wilson hablaba de las posibilidades, del
quizá (maybe). “El cerebro de la humanidad ha sido lavado por Aristóteles por
los últimos 2500 años. La creencia, inconsciente, no del todo articulada, de la
mayoría de los occidentales es que existe un mapa que representa adecuadamente
la realidad. Por pura buena suerte, todo occidental cree que tiene un mapa que
encaja. La ontología de guerrilla, para mí, involucra estremecer esa
certidumbre”.
Y al adoptar está filosofía
“posibilista”, al convertirnos en guerrilleros ontológicos,
comenzamos a deshacernos de las certezas psicoculturales que hemos mantenido toda
la vida. Un ejemplo es el de creer que somos portadores de la verdad
definitiva, o el aferrarnos a un sistema de creencias descalificando cualquier
otro túnel de realidad que podría ser igual de cierto que el nuestro; o
eliminar el esquema que tenemos concebido sobre el entendimiento de las cosas,
en el que si una persona opina y tiene la razón sobre un tema el que opina
distinto queda fuera de la verdad. Cuando lo más probable es que cualquier
persona que participa en cualquier tipo de debate tiene una porción de verdad
en lo que dice, dentro de su percepción de la realidad.
“Yo jamás he experimentado a otro ser
humano. Solo he experimentado mis impresiones sobre ellos”.
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