La educación para un niño es lo que le marcará en su presente, pasado y futuro. Esta razón es la base para que esté en manos del Estado aunque todavía no esté completamente liberada de los brazos de la Iglesia, al final y al cabo seguimos estando controlados. Si obviamos en manos de quién estamos y nos centramos en el sistema educativo español vemos dónde está el germen de la sociedad actual. Un sistema antiguo, obsoleto, que coarta las formas de expresión de los jóvenes obligándolos a almacenar información como máquinas, alejándolos de la esencia humana; la reflexión. Es cierto que algunos conocimientos son esenciales para poder ser un miembro formado de la sociedad, pero los que nos obligan a recordar nos convierte en uniformados. Por eso debemos abogar por un sistema más flexible donde todas las herramientas necesarias para el desarrollo artístico, creativo y crítico del niño le sean proporcionadas. Debemos buscar que el alumno quiera aprender y no recordar por si le preguntan, que el alumno busque información en vez de escuchar al profesor, que se interese por aprender y no por estudiar. La disciplina excesiva hace que el colegio sea un entorno hostil para el pupilo, buscando las formas de expresarse fuera de allí.
Cómo no, tengo que rescatar de mis vinilos el magnífico álbum The Wall de Pink Floyd donde aparece Another Brick in The Wall. Qué mejor manera de reflexionar que con música.
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